DERMATOLOGÍA CLÍNICA
La Rosácea es una enfermedad inflamatoria crónica de la piel, de evolución progresiva que cursa por brotes.
La piel afectada, que es siempre la cara, posee una de las siguientes características: enrojecimiento en nariz, mejillas, mentón y frente, ojos irritados, granitos (pápulas ó pústulas) y aparición de pequeños vasos sanguíneos dilatados. Cualquier persona entre los 20 y los 70 años puede padecerla, pero con mayor frecuencia se da entre los 20 y los 50 años siendo más propensas a sufrirlas las mujeres y los pacientes con piel muy blanca. Puede parecerse y confundirse con el acné.
Las causas aún son desconocidas. Una persona puede ser susceptible debido a una variedad de factores como la herencia y el tipo de piel. Ciertos factores son considerados agravantes de la rosácea:
- Exposición a la luz solar
- Exposición a otras fuentes de calor (baños muy calientes, estufas, planchas, hornos)
- Comidas picantes
- Alcohol
- Ingesta de bebidas muy calientes
- Exposición a calor, frío y vientos extremos
- Estrés
Desafortunadamente no hay cura pero puede ser tratada. El tratamiento puede detener la progresión de la enfermedad y en algunos casos revertir el proceso. En varios casos el dermatólogo prescribe el tratamiento tópico o local combinado por antibióticos por vía oral y pantalla solar permanente. Se puede comenzar a ver resultados en las primeras semanas.
Cuanto antes acuda al dermatólogo, más pronto logrará controlar la rosácea.
El seguimiento del tratamiento a lo largo del tiempo evitará las recurrencias además de conservar su piel con un aspecto saludable.